domingo, 4 de marzo de 2012

Mirarse a uno mismo

Dicen que no está bien hablar de uno mismo. Denota egocentrismo.

Siempre me chocaron un poco las personas que repiten hasta la saciedad sus “es que yo creo”, “es que yo pienso”, “es que yo soy una persona que…”. Todos nos creemos con derecho a opinar sobre todo y pensamos que todo lo que queremos escupir es muy importante. Nótese el “rintintín”.

Como ni soy la Madre Teresa de Calcuta, ni tampoco Mahatma Gandhi. Voy a hacer algo que se presupone mal hecho. Desde hace tiempo atrás vengo queriéndome escasamente, por tanto, por contrariarlo y sin que sirva de precedente, voy a hablar de mí mismo.

Siempre fui uno de esos chicos que se sentaba atrás en clase. El que nunca hacía los deberes y no levantaba la mirada del pupitre. Miraba a la mesa por que la decoraba. Probablemente, no me enteré aquel día de cómo se hacía aquella ecuación de segundo grado por que estaba dibujándola. Retratando de tres cuartos a cualquiera de aquellas chicas guapas de clase a las que siempre caí bien, pero que me tenían como el raro.

Mientras tú te preocupabas de mirar a los chicos jugando al fútbol en los recreos y ver quién metía más goles o quién corría más. Yo me preocupaba de partirme la cara de buen rollo con mi otro amigo raro al más puro estilo Ip Man. Probablemente estuviésemos hablando sobre quedar y ver ese viernes tarde Demons (Lamberto Bava, 1985), mientras pasabas por delante, me sonreías, y de las profundidades de mis entrañas yo emitía algún tipo de voz de ultratumba que se asemejaría en su momento a un “Hoo…ola”. Te alejabas entre risas de complicidad con alguna otra amiga y seguramente pensarías en lo raro que era.

Muchos empezaron a tener sus “scooters”, a presumir de ellas, llevar féminas de un lado para otro, acercarlas a casa y demás viajes insustanciales. Servidor volvía a casa en su “skate”. Una pena que sólo fuese monoplaza. Tampoco habrías subido si fuese un vehículo para dos.

Yo escuchaba “casettes” que me grababa en casa. Circulaban por mis oídos ya entonces In Flames o Satanic Surfers. Para ti aquello era ruido. Tú te limitabas a escuchar los 40 Principales. Probablemente no tenías ni un mísero disco o “casette”. Mucho menos una camiseta de Laura Pausini, que decías que te gustaba. 

A pesar de todo ello, con el tiempo, me soplabas la respuesta en voz baja del ejercicio. Buscabas mi mirada cuando me sacaban a la pizarra y quedaba más que claro por mi cara que no tenía ni idea. Gesticulabas e incluso decías en silencio cosas para ver si podía entenderte.

A veces te acercabas a mi mesa entre clase y clase y me sorprendías con “quetales” o “¿Qué pintas?”. A lo cuál yo seguramente respondía: “Dibujas. Dibujar. Pintan los pintores, yo no soy pintor”.

Me preguntabas por mi música. Me pedías un casco para ver que horripilante estruendo de allí se desprendía. Me cogías el lápiz y escribías tu nombre en mi cuaderno. Me sacabas la lengua al pasar. Mirabas para atrás en clase por que sabías que estaba mirándote.

Mientras ellos observaban con caras largas. Entre risas les oías preguntar “¿Qué le decías al raro?” y con ellos disimulabas mejor que conmigo. Me mirabas cuando te ibas con este o aquel en la moto. Cuando tenías algún lío con alguno de ellos y a la salida te daban un beso después mirabas a ver si estaba. A veces lo veía, a veces no… Tantas relaciones esporádicas con miradas… tanta ausencia de palabras…

Con la fiesta vinieron  los excesos. De estupefacientes, alcohol y ego. De repente me comía el mundo. Otras compañías. Much@s de ellos otra serie de raros en mayor o menor medida. Y sobre todo las miradas por fin se volvían palabras y las palabras actos.
El “skate” empezó a darnos más disgustos que alegrías y empezó a quedarse en casa.

Es muy probable que si me encontrase ahora mismo con los dos Miks anteriores, a uno le hubiese dado un par de capones por bobo y al otro partido las piernas por gilipollas.
 Llegamos al Mik 3. Los 6 años de “ella”, que pasaron a ser los 6 años de “esa”. “Ella” sigue siendo al fin y al cabo. Pues si dicen que hay 3 grandes amores en la vida, supongo que aquel sería uno de ellos. Sin explayarme mucho con este Mik, pues ya me lamenté todo lo que me tenía que lamentar y más. Decir sólo que la compartí durante un año sin yo saberlo. 

A dicho Mik, sólo le pegaría cuando hablaba por teléfono. Por lo demás, le habría dado un par de consejos sobre como llevar la relación desde un comienzo. Lo mismo habiendo movido las fichas de otra manera hubiésemos ganado la partida. Una pena. Fue muy bonito lo bonito y muy feo lo feo.

Es muy curioso como hay, tras esto, un breve y esporádico Mik 5, que aparece durante unos escasos meses para “egonomizar” (atención al palabro de cosecha propia) su persona de forma fallida. Una especie de resurgir del Mik 2 pero no tan puro. Digamos forzado.

A este Mik no le diría nada. Que se desfogue.

Cuando se disipa la bruma, nos queda de nuevo una evolución del primer Mik. Como pensó Trey Park para el largometraje de South Park: Más grande, más largo y sin cortes.
Me auto-vacilo añadiendo que largo, tampoco mucho más. Pero alego que en el colegio, era de los más altos de mi clase. El problema fue que me quedé así. Mero chascarrillo.

Ahora deambulo a la deriva entre acordes, electrónica y ebriedad. Letras y no tantos dibujos (hay paro hasta para las musas). Y me hallo de nuevo al final, esta vez de una barra. En el grupo de personas, el que te mira desde atrás. El que mientras se vende la carne, calla y observa. Por que quién calla otorga y es mejor callar cuando no se tiene nada que decir. Yo seguiré ahí, escribiendo mi mierda, gritándola en los bolos, dibujando las excentricidades de mi cabeza en papeles y pensando una y otra vez cada noche que tiene que haber más.

¿Dónde tenemos el enchufe? Todo se me hace nada. Nadando por mantenerme a flote en una realidad que no me basta. Básicamente renuncio a la pescadilla por que siempre se muerde la cola. Lo compararé mejor con el Uróboros, no vaya a ser que alguien con lo de la pescadilla se vaya a pensar que me va a dar por la carne, que tornillos mentales habemos unos cuantos. Sólo busco la paz.

Al último Mik de todos no le puedo decir nada. Está en plenas facultades de maniobra. Pero por hacer un pequeño juego de palabras, tocando la paz mencionada atrás, añadiría el título de uno de los mejores discos de trash metal de la historia. Eso si, cambiando el sustantivo común abstracto, por un nombre propio.

Mik Sells… But Who’s Buying?

4 comentarios:

  1. Hay un tiempo para lamentarse pero no hay que excederse porque empieza a rozar el patetismo. Creo que es momento de un Ave Fénix. La vida es ahora, no mañana.

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    1. Se que a veces parezco una quinceañera Gótica como bien le dije el otro día a la personita que comenta abajo. Pero esto es un modo de terapia. Lo uso para desahogarme, quejarse, superar traumas, o plasmar mis añoranzas y melancolías. Pero el próximo va a ser happy! Prometido.

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  2. Hacía ya que no te leía, y te escribo porque sé que lo prefieres, que odias eso de que la gente lea "las mierdas" de los demás y no sea capaz ni siquiera de escribir un pequeño comentario, tampoco te he tratado demasiado pero hay cosas que se captan enseguida. Como bien te dicen arriba hay tiempo de lamentarse pero que más tarde sigas nombrándolo no me parece que roce el patetismo, cada uno tenemos nuestros errores a lo largo de la vida y por experiencia propia sé que en muchos sentidos nombrarlos una y otra vez te ayuda a superarlos en parte, a quitar esos nudos que tienes dentro de el cuerpo cuando piensas en ello, de todos modos te digo algo... puede que desde hace años piensas que fue una cagada pero planteatelo como que no ,porque de esas cosas se aprende, y los errores no son sólo de uno sobretodo en una relación, no esta bien que cargues con eso y que te lamentes, tienes mil cosas buenas esperandote que tarde o temprano pasarán y te borrarán de la cabeza y del cuerpo esa sensación mustia y meditabunda que tienes a veces, un beso pequeño monete soñador!

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