He encendido mi luz. Mi luz para leer. Nunca la usé para
escribir hasta ahora. He vuelto de madrugada tras unas cervezas y un ron
barato. Arropado, he mirado una pantalla y algo me ha hecho que encendiera esa
luz. Nunca fui de dormir mucho y hoy ya he tomado la decisión de que será otra
noche más de dormir poco.
Mal sentado en la cama, escribiendo con tinta y mala letra.
Tenía que hacerlo pues si no, todo se perderá como las lágrimas en la lluvia de
las que hablaba Rutger Hauer en Blade Runner. Un Replicante más humano que los
humanos. La pena es, que al final la tinta se manchará con teclas y nunca verás
este papel arrugado de una antigua libreta. Una libreta llena de sueños e
ilusiones que jamás se cumplirán por miedo. El miedo a quedar como un idiota que
cantaba Fito y fitipaldis. Y es que son las cosas de la vida, son las cosas del
querer. De querer y no poder. Del desarrollo de los acontecimientos, que no se
bien por qué, sembraron los cimientos del quererte desde siempre.
Siempre fuiste de otros, pero más tuya que de nadie. Nadie
me dijo que yo aún caminaría por esta calle. Y eso sí, de otro puede ser todo
menos mis palabras. Mis palabras siempre serán mías y de nadie más.
Afortunadamente, esto sí creo que lo hago bien. Gritarle al viento. Y grito a
viva voz que no miento. Que por lo menos lo intento de esta mala manera que
algún inglés del XV y parte del XVI me enseñó leyendo textos.
Como tantas otras veces, el viento se llevará las palabras y
quedarán enterradas en la arena. Pero no me importa. No soy capaz de tirarlo
todo por la borda por un arrebato de romanticismo. Pues sería peor el remedio
que la enfermedad. Desencadenaría un tremendo cisma. Y las cadenas están mejor
bien puestas cuando son bestias lo que guardan. No se si más me temo a mi, o menos.
Si te temo a ti más que te quiero. Las rudimentarias formas y el callarme serán
la tumba de todo lo que tanto anhelo.
Creo que fue el mal focalizar, los besos de los otros o el
sonido de un mar psicotrópico. El trópico de Cáncer o el de Capricornio. El
pensar demasiado bajo el mismo embrollo. Pero más no puedo hacer tintando un
papel de rollo.
No sé si es tu sonrisa o son tu ojos. Quizás fue un mal paso
que di cruzando la delgada línea roja. El saltar tanto tiempo a la pata coja,
que me hizo perder el equilibrio. Lo cierto es, que hace bien poco que me
estabilizo. Pero, se me eriza el pelo de pensar en destapar la caja de Pandora;
para ya no verte sola.
Yo lo que creo que es, que jamás me lo creí. Desde nunca.
Y eso que crecí con ello. Pero por mucho que entierres un cadáver, nunca podrás
deshacerte de él. El cofre de un hombre muerto que guarda un corazón que late.
Mi corazón que es tuyo, ya que siendo mío, casi siempre fue azotado a latigazos
como la pasión de un Cristo. Es verdad que me crispo cada vez que el pelo se me
encrespa al verte. Pero, siempre seré ese loco bajito, que se incorpora con los
brazos abierto de par en par. El que te sonríe, el que te abraza, el que te da
un beso por que le apetece y el que una vez te respiró. Un suspiro se me escapa
sólo de pensarlo. Pues no me lo creo, ni me lo creeré hasta que te sienta. Y
nunca me he sentido tanto yo, como para sentirte a ti. Y tú, nunca vas a darte
cuenta.
Ahora cuento con los dedos por la cuenta de la vieja, las
vidas que me quedan de Samsara. En alguna yo seré planta y tú serás la tierra,
y clavaré en ti mis raíces hasta que me pudra. Y no me dará ningún miedo pues
no será contra-natura. Y naturalmente te poblarán mil plantas como hasta ahora,
pero con suerte alguien con mucho tino, me trasplantará en una maceta y cogerá esa misma tierra.
Aunque no te tenga toda, creceré en una parte de ti. Esa parte de ti, que será
sólo para mí. Creceré con el riego del llanto de algún otro pobre diablo que alimente
nuestra desgracia. Y dará sus frutos. Florecerá una hermosa flor que alguien
regalará a otro alguien algún día. Únicamente con el propósito de hacerla
sonreír, mirarla a los ojos y decirle que la ama.
Un Jedi ve el amor como un dolor potencial, el dolor lleva a
la tristeza, la tristeza al odio y el odio lleva al lado oscuro. Aquí se acaba
la historia.