lunes, 25 de julio de 2011

DE SAPOS, RANAS Y BELLAS DURMIENTES

Llevo unos minutos pasando páginas. Mi intención, era transcribir exactamente la fábula de las ranas y la leche que Dmitry Glukhovsy, nos cuenta en su novela post-apocalíptica Metro 2033. No encuentro la página exacta, por lo tanto, lo voy a escribir de memoria.

Hunter le cuenta esta historia a Artyom (el protagonista de la novela).

“Una vez, dos ranas saltarinas, cayeron en un gran recipiente de leche fresca. Diferenciemos ambas ranas como, la rana lista, y la rana tonta. La rana lista, sabía que su final era inminente, y tras mover sus patas durante unos minutos, se abandonó a sí misma dejando de moverse y asumiendo su trágica defunción. Por otro lado, tenemos a la rana tonta. La rana tonta, ya que no sabía que podía morir, asíque continuó moviéndose y moviéndose sin parar, cada vez más y más fuerte. Al no darse por vencido y debido al movimiento tan veloz de sus patas, la leche del recipiente de la rana tonta se convirtió en mantequilla, pudiendo ésta última saltar sobre sólido y salir de la que por unos instantes había sido su tumba.”

Lo que quiero decir con todo esto, es que a lo mejor hay veces, que no es tan malo ser tonto… ¿no?

Últimamente me siento estúpido… Desde hace ya tiempo, tengo siempre esa misma sensación.

Por lo menos hoy una amiga, a través una de tantas redes sociales, me ha hecho sonreír con algo acerca de éste tema. Me decía que no soy tonto, que lo que soy es muy bueno, que ya casi no quedan chicos como yo. A lo que yo la he respondido, que es una pena que tengamos que pagar los buenos por las acciones de los malos y que me da mucha rabia, que siendo una especie en peligro de extinción, se nos trate tan mal. A modo de chascarrilo, he añadido un “siempre digo que en éste mundo, se trata mejor a los animales que a las personas”. Ella se reía después.

Todo esto viene como siempre por lo mismo. Trata de pasiones y pesares, de secretos y callares, de miradas y roces de manos. De cómo alguien se convierte en un cobarde y mira la corrida por encima del burladero. De cómo las situaciones nunca le son favorables a uno, pero ese uno ve a los demás recibir favores de la vida.

Pero siempre hay alguien peor que uno, al igual que lo hay mejor. Y hay cabezas borradoras y otras que son auténticas bases de datos.

Estoy empezando a auto apodarme a mi mismo (gracias a la otra amiga TontaINA), El Caballero del ¿Y si…? (Que curiosamente me acaba de recordar a los Monty Paython, los freaks sabrán porqué). Dicho apodo, viene por el mero hecho, de que siempre me quedo con ganas de haber hecho algo. Luego me paso horas  auto flagelándome mentalmente y en ciertas situaciones, como en esta ocasión, me corren los pucheros por las mejillas.

De vuelta de algún lugar lejano y de copiloto en un vehículo, me aguantaba las lágrimas por pura vergüenza ante el conductor del auto (Y eso que si lo lee, que no creo por que lee más bien poco [es más de videos de Youtube], espero que le saque cuanto menos, una sonrisa y piense: Menudo Fish), y mordiéndome el labio, rizaba el rizo en mi cabeza. Volvía hacia las 4 paredes que recubren mi descanso diario y que contienen el núcleo de todo mi mundo interior. Durante dicha vuelta, mi músculo motor, aderezaba mis entrañas con una sensación que no experimentaba hacía ya mucho tiempo. La sensación de un niño, que abandona a sus amigos de las vacaciones, pero sobre todo, la sensación de haber dejado atrás un amor de verano, que ni siquiera llegó a serlo.

Parece que más que rana, fui sapo (anfibios similares son al fin y al cabo). Un sapo, que no se llevó el beso deseado para convertirse en príncipe, y una bella durmiente, que no se llevó el beso del príncipe para despertarse. Y es que, el príncipe, se quedó siendo tan sólo sapo, por no croar suficiente. Por ser un sapo cobarde…

martes, 19 de julio de 2011

Anti-Sueños Lúcidos

Supongo que hasta los caballeros 2.0 lloran…
Por lo menos ya sólo lo hago en la ducha. Es la única manera de camuflar las lágrimas.
Con ése camuflaje, me refiero a camuflarlas para uno mismo, pues habitualmente en la ducha no se está con otra persona.


Así el llanto, parece que forma parte del torrente de agua que desciende por tus mejillas…

Pensaba que ya había terminado todo, pero una vez más, sin razón aparente, vuelve otra vez la misma monserga de siempre a mi cabeza y corazón. Es algo parecido a cuando quieres dormir, pero tienes una fiesta o algún músico con insomnio en el módulo contiguo. Cuando pienso que emigró mi melancolía y que por fin va a dejarme vivir mi vida tranquilo… ella vuelve.

Igual que Gregor en La Metamorfosis de Kafka, ella no se ha convertido en una cucaracha, sino en algo mucho peor. Su recuerdo ahora es un fantasma que camina, un demonio que brota de la oscuridad más profunda de mi alma y que cada cierto tiempo vuelve, al igual que el asesino de cualquier Slasher de la más cruenta serie B, a devorar de nuevo otro pequeño fragmento de mi ser.

Solo quiero que me deje en paz, que se vaya de una vez…

Es curioso, pues antes, venía a mis sueños cada noche, a nuestro mundo de nubes de algodón de azúcar. La verdad es que soñar lo mismo que otra persona, no es algo que pase todos los días. Supongo que por eso, en su subconsciente, es ella la que tampoco quiere dejar de venir a mis sueños. La diferencia, es que yo ya no quiero que venga. Por lo tanto, supongo que es por eso por lo que en aquel instante fueron los más maravillosos sueños, que a día de hoy se han transformado en las más aterradoras pesadillas.

En 1968 el autor británico Celia Green dio la siguiente definición: "un sueño lúcido es un sueño en el cual el sujeto es consciente de soñar”. Aunque es ampliamente aceptada, existe disenso. El psicólogo de la Gestalt Paul Tholey distinguía el sueño normal del lúcido con base en los siguientes siete criterios: el soñador sabe que sueña; dispone de su libre albedrío; cuenta con sus capacidades normales de raciocinio; la percepción de sus cinco sentidos es comparable a la de la vigilia; cuenta con los recuerdos de los que dispone cuando está despierto; al despertar recuerda con claridad su sueño; y es capaz de interpretar el sueño dentro del sueño mismo. Para Tholey es esencial satisfacer los cuatro primeros requisitos.

Yo no consigo tener sueños lúcidos. Nunca los tuve, no los tengo y no se porque vaticino que nunca los tendré. Por tanto, imagino que tendré que apechugar con sus visitas nocturnas y con su recuerdo por siempre.

Dicen que un clavo saca a otro clavo, pero… ¿Qué pasa cuando el tabique dónde se clavó el primer clavo a sido dinamitado?


lunes, 11 de julio de 2011

El caballero 2.0

¿Qué habría pasado si hubiese tomado otra decisión?

¿Me habría ahorrado todo el dolor y el sufrimiento que he pasado?





Tomada la opción B, en vez de la A ¿ahora sería feliz con ésa opción B?

Probablemente ni siquiera hubiese podido optar a la B… Una opción cegada tan sólo, por algo así como una copia de mi mismo, en apariencia una versión mejorada…

En cualquier caso A y B ya no están… se esfumaron con el viento. Y ese mismo viento, es el que aún mueve mi melena. Es quizá por esa razón, por la que me resulta tan complicado cortarme el pelo como una “persona normal”.

Mi larga cabellera de antaño, me hacía creerme un caballero épico cada vez que una brizna de aire lo acariciaba. Un caballero de leyenda, al que una supuesta princesa (que al final del cuento, resultó ser una bruja bajo un engañoso hechizo de belleza), llamaba “El caballero de los sueños”.


Después de mucho tiempo, hoy mientras caminaba por el incandescente asfalto, una ráfaga de viento, ha acunado mi nueva y escasa melena. Una sensación extraña me ha invadido. De repente, he vuelto a sentirlo, por mis venas ha empezado a circular de nuevo la sangre que antes me hacía sentir un héroe, esa sangre que me hacía ser fuerte y otra vez he vuelto a sentirme caballero.

La cuestión es que ahora, he entendido el fallo de concepto. He comprendido que soy una nueva versión de caballero 2.0, y que dicha versión 2.0, no necesita de ninguna princesa, bruja o meretriz barata por la que luchar, lucha por uno mismo, por sobrevivir, por su honor y el de su casa. Y ninguna Cyber-ramera ni danzarina ebria podrá cambiar eso.

Los caballeros, no tienen que demostrarle nada a nadie…

Únicamente luchan.