sábado, 24 de diciembre de 2011

EL FANTÁSMA DE LAS NAVIDADES PASADAS.

Con dicho título, no quiero hacer referencia a aquella anécdota que circuló durante largo tiempo en mi ya extinto y añorado entorno académico. Aunque cierto es, que nunca se me olvidará tal hecho y que siempre lo recordaré con una sonrisa en la cara.

Vengo a hablar de otro fantasma. Un fantasma, que me viene persiguiendo desde hace muchos años, desde mi niñez.

Las Navidades eran otra cosa. Antaño íbamos al pueblo, a veces nevado, y nos recibía mi tía en un hogar rústico que lustros atrás sirvió de morada y refugio a mi familia. Mi abuela estaba sentada junto a la lumbre y rápidamente mi tía abuela ocupaba una posición junto a ella nada más llegar. Llegaban el resto de mis tíos y mis primas con bolsas de regalos que luego abriríamos tras la cena (nada de Papá Noel).


Una vez estaba reunida la familia, se ponía algún villancico en el tocadiscos de vinilo (generalmente villancicos de folklore extremeño), y mientras las mujeres (y con esto no quiero que nadie se sienta ofendido. Alguna habrá) se ocupaban en la cocina de la cena, los hombres de la familia se dedicaban a partir los turrones, frutas escarchadas y demás dulces tradicionales navideños y tras fanfarronear sobre los vinos, preparaban grandes bandejas para después de cenar.

Los más jóvenes, nos dedicábamos a asar patatas a los pies de la chimenea y le poníamos queso encima. Siempre aguantando alguna frase de nuestros mayores a la voz de -¡Niño! No andéis tanto con la lumbre que os vais a mear en la cama.- Ansiosos esperábamos la hora de los dulces y de los regalos.

Se cenaba en abundancia y se debatía de todo tipo de temas, los mayores contaban historias de antaño, los de mediana edad farfullaban y los más pequeños mirábamos de reojo los turrones sin importarnos mucho sobre que se hablaba en la mesa. Después nos atiborrábamos de dulces y tras beber algún licor (probablemente sin alcohol), que a uno le hacía sentirse muy mayor, se daban los regalos y jugábamos con ellos mientras los adultos discutían dulcemente sobre alguna tontería y perdían los nervios en timbas de chincón.  

Al día siguiente toda la familia comía junta en la hospedería del Real Monasterio de Guadalupe y siempre pagaba la cuenta mi abuela. Y todos los años decía lo mismo –Mientras yo viva, vendremos aquí a comer y yo os invitaré el día de Navidad. Espero que cuando yo muera sigáis juntadoos todos.- Pero los mayores mueren…

Para mí la Navidad ya no existe… 

Ahora nos juntamos en nuestro piso de Madrid los que estamos aquí. Se agradece que mi tío siga viniendo de tan lejos. Pero el resto… Ya sólo es una llamada. Los regalos se convirtieron en un papelujo manoseado que no tiene más valor que el monetario. Ninguno nos preocupamos pos saber que nos haría ilusión a los demás, si acaso alguno te encasqueta algún trasto viejo que ya estorba en su casa. Todo se centra en que haya abundancia de comida de la que probablemente estemos comiendo restos varios días. Ya no hay árbol, el Belén se pone por lo que se pone… pero no el Belén de antes, tan sólo 5 figuras de barro que simbolizan el nacimiento… Ya no se invierte un día entero en colocar un portal y mil figuras, cada una con por qué que sólo tu sabías.

Para mí ya no es Navidad. La Navidad es una cosa de niños, es una época de magia, de ilusiones y de sueños… En el momento en que uno deja de ser niño, deja de existir la Navidad, ya a nadie le importan ni tu ilusiones, ni las ilusiones ajenas, sólo importan la comida a raudales que a veces parece salida de entre las líneas de George R.R. Martin por su abundancia y dificultad de preparación.

Para mi las Navidades se han transformado en glotonería y gula, en descontrolado consumismo innecesario, en aparentar que somos lo que no somos. Todo el mundo quiere ser bueno en Navidad, hacer buenas acciones. Pero… ¿Qué pasa el resto del año?

Una familia que ya se ha distanciado cuando han muerto sus mayores, que discute por política, que discute por el fútbol, que discute por dinero, por herencias, por tierras… ¿De eso no os acordáis el día de Navidad?

Espero que si tenéis niños en casa podáis disfrutar algo más que yo. Que les sigáis haciendo creer en la magia igual que yo lo hacía antes. Que mantengáis vivas sus ilusiones y que os preocupéis por saber cuales son esas ilusiones. No les desveléis nunca jamás que los Reyes Magos no existen, ni tampoco que Papá Noel son los padres. En el momento en que lo hagáis, empezarán a darse cuenta poco a poco de que para ellos ya no es Navidad.

Por cierto Papá Noel, esta mediodía ha salido usted en las noticias, y nos has dicho a los niños (pues yo lo sigo siendo y lo seré siempre; niño perdido, pero niño al fin y al cabo) que seamos buenos, que si somos buenos prometes no olvidarte de ningún niño este año. Permítame usted que lo dude. Creo que te olvidas de muchos más niños que de los que te acuerdas. Tanto por los niños que nacieron dónde no puede haber Papá Noel y nada puede hacerse, tanto por los otros, los niños que nunca dejaron de ser niños. Los niños grandes, los niños perdidos.