jueves, 25 de septiembre de 2014

SE ME CAEN LAS HOJAS

Hoy con el otoño se me caen las hojas. Como cada año, ojeo la luz que despide septiembre y pienso. Mi larga melena marrón se marchitó como caduca. Al cambiar mis sábanas vuelves a aparecer, después de tanto, después de tantas. La marca de tu rímel barato, insiste en mirarme otra vez, entre las líneas de mi almohada. Y es que aún con agua y estropajo no es posible borrar tu mirada. Una ráfaga que arrastra tu aroma gira mi cabeza, a ver si el camino conduce a Roma. Pero no. Por la puerta asoma el daño del que sigo siendo dueño. Y aunque ya no me quitas el sueño, suelo ser melancolía del recuerdo de un corazón, que dejaste en invierno; muerto y enterrado. Y encerrada seguirá la melodía, de los días donde soñaba volando y te raptaba. Cuando reptaba cualquier superficie en tu busca, cuando cualquier muro infinito derribaba, cuando tu boca me susurraba dos palabras. No sé por qué el silencio borró la tragedia y la memoria se puso un traje de gala. Será la melancolía del otoño, que te viste de seda. Será esa tela, que te hace más delgada. Como la línea roja que nos separa, para que todo fluya, para que no colisione. Para que no se produzca la hecatombe, tumbándome a tu lado. Para que nuestro mundo no desborde en los costados; tiro los dados, pero siempre la tirada es baja y no avanzo. Ando con unos zancos rotos. Pinto con rotuladores las paredes con consejos para otros, pero no los cumplo. Me columpio sólo para saltar al vació, siempre solo, siempre esquivo. Vacilo si el de al lado está ocupado y no me monto. Paso de largo al tobogán, donde sólo cabe uno. Monto guardia en mis sueños, no fuera a ser que te vea aparecer, no fuera a ser, que te cueles otra vez. Y tirito en el exilio, tratando de tenerme tieso. Detesto detectar, que me he adiestrado solo en esto. Destilando soledad en compañía, en campaña de auto-flagelarme, de perderme en mi mismo. Lo asumo. Igual prefiero tragarme el humo
 de mi propio tabaco, que del ajeno. Giro en banda hacia mi bando, bordeando la alambrada. Alabando las banderas de los otros. Por fin sonriendo.