lunes, 25 de febrero de 2013

CERBERUS


Se encontró ante unas gigantes fauces. La criatura abrió la boca y reveló una tremenda oscuridad abismal. Él sabía que podría ser horrible, pero algo dentro de sí le empujaba poco a poco. A pesar de sus dimensiones dantescas, el muchacho no podía evitar estar maravillado y miró sus ojos. Su mirada penetrante, arrastraba sus pies, igual que una polea tira de una cuerda.

Le torturaba su cabeza a medida que avanzaba. Tendría una muerte horrible. Le engulliría sin masticar, eso era obvio. Lo que le atormentaba, era la digestión. Podría morir asfixiado, disuelto en algún jugo gástrico que corroería su carne; y no necesariamente en ese orden. Al final, sería expulsado igual que entró. Eso sí, carente de vida. Tan sólo una masa triturada de huesos, carne y sentimientos.

 Al borde del abismo, se paró a pensar. Todo le daba igual ya. Sólo quería estar dentro. Merecía la pena intentarlo. Miró a su alrededor, observando a las otras criaturas, todas ellas en libertad. Había elegido a la única encadenada. El cancerbero que guardada las puertas del averno. La criatura de Hades.

Entonces lo vio claro. Echó mano a su puñal y comenzó a correr. Sus esperanzas se centraron en ese momento. Se dejaría engullir. Se lanzaría al vacío. En ese instante decidió no dejarse digerir. Una vez dentro, rebanaría las entrañas que hiciese falta. Se abriría paso entre músculos y arterias. Llegaría al corazón y una vez lo alcanzase, lo abriría en canal. Serían sus latidos lo que le asfixiaría y allí levantaría su tumba. 

sábado, 9 de febrero de 2013


Los Hombres Huecos



I
Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados unos con otros
La cabeza llena de paja. ¡Pobres!
Nuestras voces secas, cuando
Susurramos juntos
Son suaves y sin sentido
Como el viento sobre el pasto seco
O pies de ratas sobre vidrio roto
En nuestra bodega seca
Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
con mirada decidida, al otro reino, al de la muerte
Recuérdennos, -si es que lo hacen- no como perdidas
Violentas almas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.



II

Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de los sueños de la muerte
Ellos no aparecen
Allí los ojos son
Luz solar sobre una columna rota
Allí, está un árbol balanceándose
Y las voces son
En el canto del viento
Más distantes y más solemnes
Que una estrella desvaneciéndose.
Déjame estar lejos
En el reino de los sueños de la muerte
Déjame también ponerme,
Tales disfraces deliberados
Saco de rata, piel de cuervo,
Cruces del campo santo
Que se comportan como el viento se comporta
No mas cerca -
Ni siquiera en ese encuentro final
En el reino de las penumbras





III



Esta es la tierra muerta
Esta es tierra de cactus
Aquí las imágenes de piedra
Se levantan, aquí reciben
la súplica de la mano de un hombre muerto
Bajo el parpadeo de una estrella que se desvanece.
Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando sólo
A la hora en que estamos
Temblando con ternura
Labios que podrían besar
Componen rezos para piedras rotas.



IV

Los ojos no están aquí
Aquí no hay ojos
En este valle de estrellas que agonizan
En este valle hundido
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos
En estos últimos lugares de reunión
Vamos a tientas, juntos
Evitando hablar
Reunidos a la orilla del río caudaloso
Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
La única esperanza
De los hombres vacíos.

V
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
Espinoso peral espinoso peral
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
A las cinco en punto de la mañana .
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
La sombra cae
Porque tuyo es el reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
La sombra cae
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
La sombra cae
Pues ligero es el reino
Pues ligero es
La vida es
Pues ligera es la
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
No con una explosión sino con un gemido.
 
                             T. S. Elliot